Exposición de Por todos los costados de Patricio Bruna
Del 6 de octubre al 30 de noviembre en Sala Juan de Saavedra, Esmeralda 1051, Municipalidad de Valparaíso.
Celebramos la aparición de Por
todos los costados, una exposición de contestataria y real poesía, que
emerge en Valparaíso donde la carrera pictórica de Patricio Bruna ha sido
persistente y abundante en logros. Pero
el éxito de Bruna no pasa por las críticas, que lo único que han hecho es
abandonarlo, ni por la colocación de su obra en las vitrinas más apetecidas del
mercado del arte, sino en un trabajo muchas veces invisibilizado, de constante
descubrimiento y exploración, especialmente en los últimos años, en que ha
tomado una posición crítica que ha significado muchas veces su marginación del medio
artístico porteño. Su integración dentro del Grupo Casa Azul, sin embargo, ha
significado entrar en una dinámica de intercambio interdisciplinario entre arte
y literatura que ha retroalimentado su obra hasta alcanzar un punto de madurez
expresiva que valora la vanguardia sin caer en el esteticismo. Así es que en
esta exposición, Bruna muestra la evolución de su talento natural, pues se
sobrepone con disciplina a un ethos mercantil, el cual dicta a nuestro medio
artístico los caminos acomodaticios y rentables de la moda, con la complacencia
de una crítica que avala esta ruta neoliberal.
Esta exposición reúne un total de 34 obras correspondientes a la
serie Por todos los costados la cual
puede dividirse en dos subconjuntos: la serie original en que tanto la imagen
como el paspartú ficcional que da nombre a la serie nacen en un mismo
movimiento (22 obras creadas desde el 2015 a la fecha) y otra serie conformada
por obras anteriores a las que el pintor vio nuevas posibilidades creativas y
niveles de interpretación al añadirle el paspartú en un momento posterior. Esta
serie corresponde a 8 obras de la serie Resonancias
Amereida iniciada el 2006 y que se incorpora a la serie Por todos los costados, trabajando sus
bordes y 4 Cabezas que responden a otra
serie de 1994 y a la cual también se le agrega un paspartú ficcional. En cuanto
a la técnica, 28 obras fueron realizadas sobre cartulina kraft y 2 sobre
marquetería de madera en chapa de caoba, ejecutadas al carboncillo y con
materiales mixtos, que varían entre el extracto de nogal, acuarela, témpera, pastel
seco, pastel graso, la tinta china y la tinta de impresión. Las 4 obras de la serie
Cabezas son óleo sobre cartón cuyo
paspartú se construye directamente sobre el trupán.
El título de esta serie deriva del término “paspartú”, que significa
literalmente por todos los costados,
el cual sirve para que las obras sobre papel no entren en contacto directo con
el vidrio, evitando con esto que la humedad interior se condense en épocas de
calor, pues su función es protegerlas del polvo y humedad ambientales,
manteniendo el rol estético marginal propio del enmarque. Pero el paspartú de
estas obras es ficcional, pues su rol no es el de proteger a la obra ni de ser
solo una estética ornamental supeditada, marginal, sino que se constituye en
una extensión de la obra misma mediante el quiebre estético de una simulación
ornamental, recogiendo algunas inflexiones decorativas de la historia del arte,
como el barroco, art nouveau o art decó; las cuales juegan en clave estética de
oposición con la obra central; obra que es, a su vez, de un corte estético más
riguroso y duro en sus valores expresivos. La serie Resonancias Amereida es una serie de carácter figurativo que relata
el imaginario americano y que crece al incorporarse el paspartú ficticio que
con la expresividad espectral de un relato alterno, que puede ir en consonancia
o disonancia con el tema central. Esta tensión en la forma se concretiza en cómo
realiza la figuración en los objetos del mundo reconocible —incluidos sus
personajes— sometidos a la visión del pintor, pero siempre en favor de su
opacidad poética. Es así que en el relato vemos una hegemonía dominante:
emperador, patriarca, detective, cowboy, león, águila versus los dominados: mujeres,
americanos, africanos… Y como telón de fondo, la geometrización de motivos del
mundo natural que tiende a ocupar tanto el friso decorativo como el interior del
cuadro en forma iterativa. Y así se pueden ver en los costados o bordes como el
paisaje que existe tras el fondo pictórico central que rodean. Son peces,
pájaros, caracoles, hojas, ramas de árbol, manos, gotas de lluvia. Los lunares,
por ejemplo, pueden ser simuladores de la perforación de la superficie del
soporte remitentes a marcas de balas o quemaduras de cigarro, o incluso perlas.
Estos signos vienen a reinterpretarse todos como elementos decorativos pero en
clave paródica, y que a la vez refuerzan o refutan desde todos los costados los
significados primordiales de cada cuadro en su centralidad. La serie Cabezas responde a un retrato ficticio
del imaginario masculino de algunos oficios como poeta, locutor, entre otros.
Lo importante acá es el hecho que el desfase temporal genera una dialéctica
entre el cuadro que ocupa el centro hecho en el pasado y el paspartú construido
posteriormente, configurando un contraste provocador entre el centro y los
márgenes.
No es casualidad que de esta exposición salgan las obras que
integran el poemario Jardín de Epicuro
de Karina García Albadiz, libro de artista, que se inscribe como objeto de arte
dentro de la exposición, pues muestra la confluencia estética del trabajo
colectivo e interdisciplinario dentro del Centro de Investigaciones Poéticas
Grupo Casa Azul. Así Bruna no solo trabaja el relato sino también su semántica
en el objeto artístico, porque sabe que la originalidad de la obra en absoluto
resulta del atributo exclusivo del artista en su sesgo más individualista, ya
que es esa misma objetividad de la obra la que tiende naturalmente a
colectivizar el arte, imprimiéndole el sello de una cultura original.
Grupo Casa Azul
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