Dictadura de la luz: independencia de las editoriales en Chile




El posicionamiento de las editoriales independientes agrupadas en la Cooperativa de Editores de la Furia, durante el lanzamiento de un estudio sobre las editoriales independientes en Chile, nos lleva a varias reflexiones en torno al rol político que las agrupaciones gremiales relacionadas con el libro han adoptado frente a temas tan relevantes como lo son la abolición del IVA al libro y la problemática de quiénes tienen real acceso a la lectura.
Que un estudio sobre la independencia editorial en Chile salga publicado bajo el sello de la Cooperativa Editores de La Furia ya no debe sorprender a nadie en este país, acostumbrado a los casos de colusión entre empresas, en el Estado y todo el eje público-privado. En especial cuando los autores son cuatro sociólogos de la Universidad de Valparaíso fueron los encargados de llevar adelante una encuesta a editoriales independientes. (1)
Más grave aún es que el título lleve la palabra independiente. ¿De qué independencia estamos hablando? El hecho por lo menos debiera levantar sospechas sobre la idoneidad y objetividad del estudio, tales como los estudios sobre el éxito y seguridad de ciertos remedios, financiados o encargados por la industria farmacéutica.
Hagamos algo de historia, hace dos décadas atrás surgen las editoriales independientes como una forma de marcar la diferencia con la Cámara del Libro que concentra el poder de las trasnacionales del libro. Las primeras editoriales independientes eran unas cuantas que consiguieron funcionar con un stand al interior de la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA).
Posteriormente, las editoriales medianas forman la Asociación de Editores Independientes, Universitarios y Autónomos (EDIN) que también producen una feria, La Primavera del Libro, realizada en el Parque Bustamente, auspiciada por la Municipalidad de Providencia. Esta feria cobra por el stand $60.000 y solo lleva dos versiones.
Por otro lado, 41 de las editoriales más pequeñas se agrupan en la Cooperativa de Editores de la Furia (CEF) que consigue realizar hace varios años la feria de editoriales independientes más grande del país, La Furia del Libro, que va en su novena versión y que se realiza en la Corporación Cultural Gabriela Mistral (GAM), organización de derecho privado, pero administrada con millonarios fondos públicos: suerte de animal cultural híbrido producto de los gobiernos progresistas chilenos. La diferencia de esta feria con las otras que administra la Cámara del Libro (FILSA y Feria del Libro de Viña del Mar) es que esta no recibe fondos estatales para funcionar, pero  cobra por el stand, 70.000 + IVA por stand completo. No cobra la entrada al igual que la Feria del Libro de Viña y al igual que esta no sabemos si pagan arriendo por el espacio público que ocupan: en el caso de La Furia, el hall del GAM, y en el caso de la Feria de Viña del Mar, el patio del Liceo Bicentenario de Niñas que depende de la Municipalidad de Viña del Mar. El primer espacio está ubicado en Santiago centro y el segundo, en Calle Libertad con Dos Norte, pleno centro viñamarino. Pero tenemos la sospecha que no pagan arriendo lo que agravaría el hecho que cobren por el stand.  
Si pensamos que los editores independientes poseen un alto nivel de instrucción y que desde ahí han sido capaces de generar ferias, cuyo stand tiene un costo menor y que dieron cabida a la explosión de editoriales pequeñas (cerca de 300) surgidas en todo el país en esta última década, podríamos sostener que su trabajo ha sido un aporte. Pero el problema está cuando nos ponemos a analizar la política cultural que ha movido a las editoriales independientes, ya que 60% de ellas inició actividades y pasó a formar parte de la emergente industria del libro. El editor independiente que pudo asociarse vive y pertenece, en general, a un estrato social acomodado y hace sus ferias en el centro capitalino, por lo tanto, la producción de ferias se transformó en algo rentable o no lo hubiera hecho. A nuestro juicio, estos editores han sido bien poco furiosos e independientes porque no han peleado por abolir el IVA al libro, impuesto regresivo que grava a la gente de menores recursos, tampoco han luchado ante los altos precios que les cobran por stand la Cámara del Libro en la FILSA ($1.560.000 en el 2015), tampoco se han planteado decididamente en contra del cobro de las entradas a esta feria. Tal parece que los resultados de esta política de gravar con el IVA al libro, fuera producto de una política intencionada de parte de los estamentos del poder, más que producto de la casualidad que podría verse como una simple sucesión de hechos en el tiempo.
De esta manera se va generando un círculo vicioso que lo único que logra es que los libros que producen las editoriales independientes terminen en una élite privilegiada y no se extiendan a sectores más precarizados de la población. Estamos llenos de planes de fomento lector y un Plan Nacional de Lectura que no se hace cargo de ninguna de estas problemáticas. Mientras no se tomen verdaderas medidas para lograr un real acceso al libro tanto de la institucionalidad gubernamental como de la comunidad asociada en editores independientes, esto no promete incidir en los niveles de lectura.
Se mantiene simbólicamente el incendio de libros, iniciado en la dictadura, a través del cobro del impuesto más alto en el mundo. Y los editores independientes pierden su capacidad de disputar los espacios y su oportunidad histórica de convertirse en una alternativa a las lógicas de los grandes conglomerados del libro.
Nuevamente los lectores son traicionados y seguirán pagando los altos precios del libro, ante editores independientes que se han construido como un negocio, que encuentran que es inviable políticamente luchar por abolir el IVA al libro y que seguirán firmando pactos de internacionalización del libro con la Cámara del Libro, Asociación de Editores y Corfo, en vez de detenerse a fortalecer la producción y distribución nacional.
Por lo tanto, ponemos en cuestión lo aseverado en la introducción de “La edición independiente en Chile: Estudio e historia de la pequeña industria (2009-2014)” en cuanto a que las editoriales independientes sean capaces de “disputar posiciones y […] representar una verdadera alternativa a las lógicas de los grandes conglomerados del libro.”
Lo que vemos es que las editoriales independientes, muy al contrario, se están adaptando a estas lógicas del mercado y haciendo alianzas con la Cámara del Libro y la Asociación de Editores en detrimento del aumento del acceso a los libros de parte de lectores actuales y futuros, quienes debieran ser el centro de la preocupación editorial a través de todos los estamentos.
En los próximos años surgirán muchas microeditoriales que no inicien actividades y que espero disputen los espacios de las ferias para contrarrestar el poder de la Cámara del Libro y de las editoriales independientes.


(1) Fonseca Lorena, Pierina Ferreti, Felipe Castro y Rodrio Ortega. “La edición independiente en Chile: Estudio e historia de la pequeña industria (2009-2014)”, Cooperativa de Editores La Furia, Santiago de Chile, 2015.


Karina García Albadiz
Grupo Casa Azul, Valparaíso, 2015 



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